"Hoy, día 28 (o 29) de agosto, me comprometo a que a partir del uno de septiembre subiré mínimo tres entradas a la semana, o mejor, una diaria (como me de). Si no cumplo con esto Aslan, Rey de Narnia, me quitará el trono de princesa Narniana y me desterrará de esta tierra."
Ahí está mi promesa. Eso sí, para que me perdonéis, os pondré aquí abajo el prólogo de una historia que estoy haciendo que se llama: Un Cielo en el Infierno. Para que entendáis más o menos, esto va a ser el primer tomo de una bilogía sobre el amor prohibido.
Esta primera parte cuenta la historia de Giselle, una chica con una baja economía, que un día conoce a Thomas, un chico arrogante, rico y engreído. A pesar de que vienen de mundos diferentes, ambos se convierten en amigos, y en pocos días, tienen una gran confianza. Pero lo que ellos no saben es que están unidos por algo más que un bonito sentimiento, y que a veces el pasado puede convivir en el presente...
Así que aquí va el prólogo.
CIELO EN EL INFIERNO.
PRÓLOGO.
HILO ROJO.
De pequeña siempre me contaban la historia del
hilo rojo del destino. Seguro que todos la habréis escuchado alguna
vez. A mí me la contaba mi padre antes de ir a dormir. Siempre me
relataba esta historia de la misma manera... me acuerdo de la última
vez que me la contó, cuando yo tenía nueve años. Eran las doce de
la noche, y aunque estábamos los dos cansados, él me
empezó a contar la historia:
“Hace
millones y millones de años, cuando los humanos empezaron a existir,
vivían los dioses. Estaban los siempre conocidos Zeus, Afrodita,
Artemisa, Apolo... pero habían dos que hoy en día ya no se
recuerdan: Luna y Sol.
Luna
era el ser más hermoso que el universo había visto, tenía el pelo
negro como la más temible de las sombras, la piel blanca como la más
fuerte de las nevadas y los ojos azules como el más
alto de los cielos; ella era la Diosa de la noche. Todas las noches
utilizaba su poder para llenar el mundo de una bella oscuridad, con
la única compañía de las estrellas. En aquel entonces lo que hoy
se conoce como la Luna era ella, la diosa.
Sol,
en cambio, era considerado el Dios más impresionante de todos. Tenía
el pelo castaño como la más seca de las tierras y los ojos verdes
como el más alto de los árboles. Aparte era fuerte, pero
tenía corazón de un niño. Él era el encargado de que cada
día, después de la noche, el mundo se llenara de haces de
luz. Por aquel entonces no existía nuestro Sol, si no él.
Todo
estaba bien hasta que el resto de los dioses se dieron cuenta de que
algo estaba fallando. Algunos días la noche duraba cinco horas, y
otros días podía durar veinte. Lo mismo pasaba con el día. Nadie
sabía lo que pasaba hasta de que una noche Zeus vio como Luna estaba
de pie en un estanque mirando el agua hasta que apareció de las
sombras Sol. Ambos se miraron durante un largo rato hasta que Luna se
abalanzó hacia los brazos de Sol y se besaron. Entonces ocurrió
algo que nunca había visto.
En
el cielo la noche se empezó a llenar de haces de luz, convirtiendo
el oscuro cielo en un cielo lleno de colores como el naranja,
amarillo, rosa... lo que hoy se conoce como el amanecer. Zeus se dio
cuenta que lo que pasaba era que por culpa del amor entre estos dos
dioses, habían empezado a ocurrir cosas que no deberían ocurrir.
Enfurecido decidió que la siguiente noche llevaría a cabo un
castigo para ellos dos.
Y
así hizo.
La
siguiente noche, cuando vio que los dos amantes ya estaban juntos fue
junto a ellos.
_
Habéis hecho mal mis queridos amigos – decía Zeus mientras
caminaba hacia ellos dos - ¿No entendéis que lo vuestro está mal?
Por vuestra culpa el orden de la noche y el día se están alterando.
_
¡Pero no hemos hecho nada malo! - Luna sabía que daba igual todo lo
que Sol dijera, Zeus era un Dios cruel y sin remordimientos.
_
Eso es lo que vosotros decís, pero no podéis ver las cosas con
claridad, por eso os he impuesto un castigo. Tú, Sol, cada día
brillarás el lo alto del cielo sin descanso hasta que caiga la
noche, donde la que estará arriba en el firmamento será Luna. De
esa forma nunca volveréis a estar juntos, sólo podréis miraros
durante unos breves segundos cada cierto tiempo.
_
¡Eso no es un castigo, es una tortura! - Luna sabía que sólo
quedaba una opción. Así que mientras Zeus y Sol seguían
discutiendo, ella fue preparando un conjuro. Este conjuro consistía
en que las personas que estuvieran destinadas a encontrarse estarían
unidas desde su nacimiento por un hilo rojo invisible
que sólo una persona humana y los dioses podrían
ver. Este hilo podía estirarse y estirarse,
pero nunca podría romperse. Y justo cuando terminó de hacer el
conjuro un fino hilo rojo unió las muñecas de Sol y Luna.
_
¿Qué es ese hilo?
_
Este hilo será mi legado para el resto del mundo. Cada vez que dos
personas estén destinadas a encontrarse estarán unidas por este
hilo rojo, el cual no se podrá romper jamás. Así que nunca podrás
separarnos, y tendrás que ver cada vez que la noche o el día se
acabe la prueba de nuestro amor eterno, el amanecer y el anochecer de
una nueva historia.
Entonces,
sin previo aviso Luna y Sol se unieron en un beso, su último beso en
la tierra. Seguidamente el cielo se empezó tornar de nuevos colores.
Zeus, enfurecido, hizo cumplir su castigo y, mientras que luna
desapareció, Sol ascendió a el cielo para dar luz.
Desde
entonces, cada persona está destinada a encontrarse con alguien,
mientras en el cielo los dos primeros amantes de la historia observan
lo que ellos crearon, la cosa que hasta hoy en día no sabemos como
describirla, que no sabemos controlarla y que nos puede matar por
dentro; pero que aún así la necesitamos para vivir.
El
amor.”
Desde aquel día nunca volví a escuchar esa
historia, y no os puedo decir cuanto daría por volver a revivir esa
última noche que vi a mi padre.
La verdad es que espero que os haya gustado, si lo ha hecho me haría mucha ilusión que me lo dijerais en los comentarios o que le recomendarais este blog a vuestros amigos.
Sin más demora, hasta mañana.